miércoles, 1 de agosto de 2012

Narciso

Del Narciso que se odia al Narciso que se ama, un solo paso. Pregúnteselo a los lacanianos que no me dejarán mentir y que aún oyen la voz de Ecos que repite lo que escucha, por debajo de la puerta. Estoy y no estoy. Del Narciso que se odia al Narciso que se ama hay una sola brazada, hay un solo capricho de niño huérfano, pero Narciso a fin de cuentas. Narciso como mirándose horrorizado, Narciso como mirándose entusiasmado (entumecido), Narciso como mirándose iracundo, Narciso como mirándose más allá de su propia mirada en el reflejo del lago, Narciso con o sin espejo o con un amigo o con un enemigo no menos Narciso, Narciso mirándose por el ojo de la cerradura, asustándose con su propia sombra gimiendo. Del amor al odio, una sola caminata y entremedio el diálogo. Narciso cavila mientras se mira, cavila mientras se mima, cavila mientras rechaza a Ecos, mientras se superpone a ella, la oscurece, la oculta, la desmerece, la desvirtúa. Del narciso que se odia al Narciso que se ama, una sola y misma muerte. 

Axel M. López

No hay comentarios:

Publicar un comentario