Del Narciso que se odia al Narciso que se ama, un solo paso.
Pregúnteselo a los lacanianos que no me dejarán mentir y que aún oyen la
voz de Ecos que repite lo que escucha, por debajo de la puerta. Estoy y
no estoy. Del Narciso que se odia al Narciso que se ama hay una sola
brazada, hay un solo capricho de niño huérfano, pero Narciso a fin de
cuentas. Narciso como mirándose horrorizado, Narciso como mirándose
entusiasmado (entumecido), Narciso como mirándose iracundo, Narciso como
mirándose más allá de su propia mirada en el reflejo del lago, Narciso
con o sin espejo o con un amigo o con un enemigo no menos Narciso,
Narciso mirándose por el ojo de la cerradura, asustándose con su propia
sombra gimiendo. Del amor al odio, una sola caminata y entremedio el
diálogo. Narciso cavila mientras se mira, cavila mientras se mima,
cavila mientras rechaza a Ecos, mientras se superpone a ella, la
oscurece, la oculta, la desmerece, la desvirtúa. Del narciso que se odia
al Narciso que se ama, una sola y misma muerte.
Axel M. López
No hay comentarios:
Publicar un comentario